LA FORTALEZA DEL MODELO NETFLIX ESTÁ EN SU ARQUITECTURA

Al igual de lo que ocurre con Spotify, el caso de Netflix sirve como ejemplo de un planteamiento de modelo de negocio en torno a la cultura y la creatividad que constituye, en su mismo, una referencia o una categoría para otras industrias: ‘el modelo Netflix’.

Este esquema de negocio ha acabado por convertirse en una manifestación más del modelo vertical absoluto, eso sí, un modelo vertical que es propio del contexto digital.

De forma muy sintética, el modelo Netflix vendría a consistir en la integración activa de tres vertientes: computación o servidores del backend, distribución y control con inteligencia artificial de las relaciones con usuarios.

Hace poco tiempo Tod Hoff en su libro ‘Explain the Cloud Like I’m 10’. ha señalado como característica central del sistema al esquema de computación y almacenamiento escalables. En la práctica, esto implica que, cuando un usuario se conecta desde su dispositivo (Smartphone, tableta, ordenador o televisor) a Netflix le sale inmediatamente un repertorio de contenidos seleccionados o recomendados para él, porque dispone de unas bases de datos personalizadas en las que se incluye información de cada perfil, información de facturación y todas las películas que ha visto cada usuario.

Estas bases de datos sobre cada usuario son descentralizadas en multitud de computadoras (distribuidas en varios continentes) y son escalables porque se pueden añadir más computadoras según la demanda crezca. En estas bases de datos se incluyen los que corresponden a lo que ha visto cada uno de los usuarios y también las películas sobre las que han buscado información y no han seleccionado, así como los momentos y lugares en los que las han consumido, así como muchas más informaciones. Obviamente una pieza crucial de este esquema consiste en la aplicación de las herramientas de big data para darle un sentido y un valor utilizable en la oferta de una experiencia personalizada: las películas que se nos recomiendan.

Lo llamativo es que Netflix ofrece un repertorio de una cincuentena de películas entre los varios miles que tiene en su catálogo porque con el sistema de aprendizaje de big data realiza una predicción sobre los contenidos que van a gustar a cada uno de los usuarios.

Este esquema está vinculado con el segundo eje del sistema de Netflix: la distribución de contenidos. Los productores y editores de contenidos envían a esta plataforma los vídeos en muy alta definición y Netflix lo procesa con una dinámica muy sofisticada: los contenidos se archivan en caché según las predicciones de lo que cada usuario va a querer ver (esto supone integrar los resultados de big data en el propio proceso de distribución: se basa en sus predicciones para cada lugar del mundo). Después codifica los vídeos para que la distribución sea eficiente y los coloca ‘en espera’ antes de que se reciba ninguna solicitud de usuarios, como se ha dicho, en función de las previsiones de big data.

Está claro que este esquema se dirige a generar unos ahorros masivos en términos de almacenamiento y procesado de datos.

Pero también significa una experiencia de usuario de alta calidad porque la plataforma es capaz de ofrecer los contenidos de forma inmediata, porque el streaming arranca con gran fluidez porque todo está preparado con antelación.

Por lo tanto, la clave del modelo Netflix reside en situar los contenidos tan próximos al cliente como sea posible y evitar así la infraestructura general. Es decir, se basa en el acuerdo con los proveedores de conectividad y servicios de internet para evitar usar internet como infraestructura básica: utiliza Movistar o BT, la propia red de fibra óptica de estas operadoras. Internet conecta a la red de cada operador con la red de los proveedores de contenidos a través de protocolos. Netflix coloca sus contenidos en las redes de los proveedores en lugar de en la infraestructura general de internet y esto sirve para dos cosas: para que no se colapse la infraestructura básica con un volumen tan de información en movimiento y para que el cliente final tenga muy cerca (en la red de su proveedor) los contenidos que Netflix ha previsto que será más probable que quiera consumir.

La conclusión es que la arquitectura de Netflix implica un círculo virtuoso o funcionamiento armonioso de:

  • La eficiencia en el almacenamiento y la distribución.
  • El uso de big data para abaratar costes.
  • La explotación de la inteligencia artificial para dar calidad a la experiencia del usuario.
  • La colaboración con los dos extremos de su cadena de procesos: los productores de contenidos y las operadoras de conectividad.