La edición de 2023 de Readmagine tuvo como eje la idea de la “Innovación centrada en las personas, para el sector del libro” y desde esta etiqueta se desarrollaron presentaciones y conversaciones en torno a las competencias imprescindibles para los profesionales, la captación y retención de talento para la industria o la accesibilidad y sostenibilidad de los procesos en la cadena de valor.
Una de las primeras intervenciones estuvo a cargo de Porter Anderson, director de la revista Publishing Perspectives, quien leyó un texto dedicado a las destrezas del sector del libro y lo importante que es esforzarse en entender las tendencias post-pandémicas, los desafíos emergentes y lo útil que puede resultar explorar las habilidades de otros sectores para innovar la industria del libro para adaptarse a las nuevas demandas en la sociedad.
Para la Fundación Germán Sánchez Ruipérez estos planteamientos son transcendentales por varios motivos. En primer lugar, enlazan directamente con el significado que se dio a Readmagine desde su fundación en 2006: importar ideas y competencias desde otros ámbitos, con el fin de provocar la innovación en la industria del libro y en el mundo de la lectura. Y, en segundo lugar, refuerzan el enfoque actual de la fundación respecto al proyecto de escuela para el libro español: PARIX.
Porter Anderson es BA, MA, MFA, es un periodista y consultor especializado en el sector editorial. Actualmente es el responsable de Publishing Perspectives, medio de comunicación especializado en la industria editorial. Previamente, ha trabajado en la CNN y CNN International , así como en la Village Voice, the Dallas Times Herald y en The Bookseller.
A continuación se reproduce la traducción al español de la intervención de Porter Anderson y se puede ver el vídeo de su participación en Readmagine.
LAS DESTREZAS DE LOS DEMÁS
El coste de seguir siendo competitivos
Porter Anderson/Publishing Perspectives
Readmagine, 7 Junio 2023
Buenos días, y gracias por permitirme hablarles brevemente hoy sobre las competencias profesionales que son necesarias no sólo para que la industria editorial prospere, sino para que sobreviva.
Como redactor jefe de Publishing Perspectives -el medio internacional de noticias sobre la edición de libros que fue creado y es propiedad de la Frankfurter Buchmesse- les hago llegar un saludo desde Fráncfort. Esperamos verlos allí en octubre.
Me gustaría comenzar leyéndoles un breve fragmento de texto presentado por primera vez en Fráncfort en 2018.
Cito: «¿Cuál es la forma mejor de impulsar una innovación, basada en la tecnología, en los sectores cultural y creativo? Porque estos sectores son muy buenos transmitiendo los mensajes y las historias de otros, pero cuando se trata de defender sus propios intereses, su voz es sorprendentemente débil. Esto tiene mucho que ver con su fragmentación, ya que la mayoría de los agentes creativos son micro-organizaciones. Además, el sector creativo no está -todavía- unido, sino que a menudo trabaja en ‘silos'».
Esto es un fragmento de un extenso manifiesto europeo presentado en Fráncfort en una rueda de prensa, como parte de la «Innovation Summit», en el marco de la feria The Arts+. Algunas de las organizaciones implicadas son muy conocidas, como por ejemplo, Aldus Up, la Federación Europea de Editores o la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, dirigida por Luis González, quien, junto con José Manuel Anta, es nuestro generoso anfitrión en Readmagine.
Y es que las observaciones formuladas en este manifiesto eran clarividentes.
Viniendo, como vengo, no de la edición sino del periodismo -el sector de la vigilancia, como a veces percibo que se comporta- una de las cosas que me llama la atención en la edición de libros es su gran tendencia a aislarse como industria.
Consideren ustedes las lecciones de la pandemia.
Los editores, tras el susto inicial, dijeron “¿Lo veis? Los libros siempre triunfarán”, porque los mercados internacionales más avanzados digitalmente habían experimentado un aumento de las ventas, pese a que se ha visto que muchos de esos incrementos en las ventas no se debían a nuevos lectores, sino a personas que ya eran lectoras antes y que, simplemente, compraban libros con más intensidad. Líderes de las plataformas de entretenimiento -como Eoin Purcell, de Amazon Publishing, a quien entrevisté en Londres – nos dijeron que la gente cinéfila también veía más películas, los telespectadores consumían más televisión, los melómanos escuchaban más música y los gamers jugaban más, al igual que los lectores leían más.
Sin embargo, algunos (no todos) reaccionaron de forma rápida y entusiasta, asumiendo que la lectura inmersiva y de larga duración estaba experimentando un renacimiento. No obstante, las causas fueron las condiciones de la emergencia sanitaria y no un renacimiento natural.
Hoy nos acompaña Michele Cobb, de la Audio Publishers Association; uno de los datos más reveladores que su organización recogió en sus encuestas sobre el comportamiento de los consumidores fue que la gente decía sentirse «aliviada» al escuchar audiolibros. Era realmente conmovedor. Yo mismo empecé a escucharlos con más frecuencia, mientras intentaba mantenerme en movimiento (y tener mi exceso de «kilos pandémicos» bajo control). Pero debemos recordar que los audiolibros mostraban ya una línea de crecimiento de ventas en muchos mercados, como Javier Celaya de Dosdoce expondrá después. En Estados Unidos, la asociación de Michele acaba de anunciar que durante 2022, y por undécima ocasión, los audiolibros experimentaron un crecimiento de dos dígitos.
Sin embargo, en la categoría tradicional -cada vez más débil- de libros extensos, inmersivos, de esos que requieren que uno se siente tranquilamente a leer, las ventas de libros en algunos mercados, aunque se mantengan por encima de los niveles anteriores al coronavirus, siguen una suave trayectoria descendente. La intensidad que vimos en la pandemia está disminuyendo, aun cuando los analistas de consumo nos dicen que el público comprador de hoy quiere adquirir «experiencias» y servicios más que productos.
Todos conocemos la experiencia de leer libros. Para mí, es la extraordinaria intimidad con un autor que se produce en mi cabeza, lo que hace que esa «experiencia» me impacte. En cambio, hay gente que ve a los libros como bienes, no como servicios; como cosas, en lugar de «experiencias”.
Así pues, hablemos de las habilidades de otros profesionales, ajenos a la industria editorial, que podrían ayudarle a desenvolverse en el futuro:
- ¿Qué editoriales cuentan con un productor de cine y televisión en las reuniones en las que se decide la compra de obras?
- ¿Cuántos diseñadores de cubiertas de libros trabajan con videógrafos o directores de fotografía?
- Y ya que hablábamos de audio, ¿en qué punto se encuentra su negocio en cuanto a la rápida mejora de la calidad de las lecturas automáticas de audiolibros? ¿Se pueden escuchar ya sus títulos de fondo de catálogo? ¿Hay narradores de audiolibros en esta sala que ahora estén dispuestos a matarme? Si no han escuchado alguna de las 341 voces sintéticas de Speechki en 77 idiomas, quizás no se den cuenta de lo realistas que pueden llegar a sonar algunos de esos simulacros auditivos.
- ¿Hay editores de desarrollo en sus oficinas que se sienten con guionistas de cómics y afronten lo que realmente puede significar «mostrar sin contar»?
- ¿Y en para ese caso, ¿se sientan sus autores con los guionistas de cómics para hablar de lo corta que puede ser realmente la auténtica «brevedad»?
Apelando a su amable paciencia, me gustaría plantear un par de inquietudes culturales ante las cuales el sector editorial debería situarse en primera línea, aunque aparentemente, en lugar de hacerlo así, se quede en el patio trasero del silo, como si esperase a que eventualmente otros den el paso.
¿Conocen ustedes el conjunto de habilidades que entraron en juego cuando hace una década, más o menos, el movimiento feminista ayudó a la industria editorial a empezar a crear, de forma compasiva y absolutamente acertada, literatura potenciadora y elocuente para niñas y mujeres? La industria tiene mucho de lo que enorgullecerse en cuanto a la generosidad y firmeza con que ha trabajado para apoyar, consolar, animar y potenciar a las mujeres y las niñas.
¿Pero qué pasa con los chicos? Los chicos no están bien.
¿Sabían que el mayor “asesino” de hombres británicos menores de 45 años es el suicidio?[1].
En 1972, el gobierno estadounidense aprobó la histórica ley Título IX para promover la igualdad de género en la enseñanza superior. En aquel momento, había una diferencia de 13 puntos porcentuales en la proporción de licenciaturas obtenidas por hombres respecto a las logradas por mujeres. En 1982, la brecha se había cerrado. En 2019, la brecha de género en las licenciaturas era de 15 puntos, mayor que en 1972, pero al revés, con las mujeres muy por delante en la obtención de títulos[2].
¿Sabían ustedes que, de hecho, muchos colegios y universidades están implementando silenciosamente una especie de programa de «acción afirmativa» de facto para tratar de conseguir más varones en sus campus? Entre otras cosas, porque a todas esas mujeres de éxito les gustaría conocer a sus homólogos masculinos, ¿verdad?[3]. Estas y muchas otras cuestiones importantes las recoge el investigador principal de la Brookings Institution Richard Reeves en su libro “Of Boys and Men: Why the Modern Male Is Struggling, Why It Matters, and What To Do About It”. La Brookings Institution Press ha publicado el libro con gran éxito de crítica y Reeves está creando ahora su propia institución sin ánimo de lucro, el American Institute of Boys and Men.
La pregunta obvia que se nos plantea es: ¿Esperan nuestras mujeres y niñas, cada vez más brillantes y realizadas, vivir en un mundo de chicos fracasados, vacilantes, desconcertados y deprimidos que ni siquiera leen? ¿Es eso lo que esperan?
He aquí la oportunidad: El grupo editorial Quarto está trabajando en un libro titulado “She can STEM” sobre grandes mujeres de la ciencia y la tecnología. Y tras haber leído “Of Boys and Men” (De niños y hombres), de Richard Reeves, el editor de Quarto, Jonathan Simcosky, está preparando un libro paralelo titulado “He Can HEAL” (Él puede CURARSE) para niños y hombres. CURARSE se refiere a las profesiones sanitarias, educativas, administrativas y literarias (es decir, también la nuestra), que necesitan desesperadamente hombres que enseñen, que sean médicos y enfermeros, que trabajen en la edición de libros, que en algunos mercados es casi un 80% femenina.
¿De verdad quiere la edición de libros dejar dinero en los bolsillos masculinos? ¿O no es hora de trabajar con las líderes del feminismo sobre cómo responder a la crisis de los hombres y los niños?
Y luego está -prepárense, que viene lo gordo- la «IA».
No se preocupen: Le he pedido a Luis que programe una sesión plenaria anti-pánico sobre este tema a las 3 p.m. de hoy. Así todos nos sentiremos mejor.
Al igual que con los libros electrónicos mejorados, la realidad virtual y la realidad aumentada – todo aquello que iba a “matar a la estrella editorial”, como recordarán – podríamos consumir esta jornada en una caótica preocupación colegial sobre la inteligencia artificial o bien, tal y como Luis y José Manuel han decidido de forma más útil, podemos escuchar a Christoph Bläsi hablarnos sobre ello, aquí en Readmagine. Christoph viene armado con conceptos racionales y mesurados sobre lo que la lA puede y no puede hacer por los libros y sus editores.
En un artículo reciente, el consultor Thad Mellroy ha escrito que «la lA va a permitir que los libros se transformen en fuentes adicionales de generación de ingresos, en formas que nunca hemos visto antes». Que Dios le oiga ¿verdad?
Esto es importante porque, como señala Mellroy, el cine, los juegos, la música y las redes sociales «son más importantes para la mayoría de los adultos que la lectura. Los estudios sobre el uso del tiempo muestran que los adultos dedican menos del 5% de su tiempo de ocio a leer, y un porcentaje cada vez mayor a jugar y ver vídeos en línea».
Por eso Mcllroy dice a las editoriales: «No aparten la vista de las industrias del entretenimiento», porque la lA también les está afectando.
En el silo, ¿hasta qué punto están desarrolladas las relaciones de la industria editorial con instituciones culturales y creativas que puedan ayudar a contextualizar, apoyar e incluso comercializar la evolución de la misión de la industria del libro y sus profesionales? La Asociación Internacional de Editores ha alcanzado un excelente víncilo con el equipo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, y esa colaboración, cada vez más amplia, ayuda a las editoriales que quieren convertirse en lo que algunos de nosotros llamamos «narradores del clima», empezando a alcanzar su verdadero potencial narrativo en lo que puede convertirse en la proverbial «Mayor historia de la Tierra», la única historia que trata de la Tierra.
A medida que avancemos todos juntos por la excelente programación de Readmagine aquí en Madrid, quiero animarles a mirar más allá del profundo valor que su propia y rica experiencia en el mundo editorial aporta a esta sala.
Busca lo que no conoces… Escuchemos las ideas y los valores de los silos de los demás; aprendamos de las competencias de otros.
El filósofo vienés Karl Popper dijo: «Nuestro conocimiento sólo puede ser finito, mientras que nuestra ignorancia debe ser necesariamente infinita». Por muy buena que sea la industria editorial en lo que hace, necesita saber lo que hacen sus “parientes” culturales y creativos y, por tanto, cómo trabajar con ellos.
Por otro lado, Millard Fuller, el fundador de Habitat for Humanity, organización que construye casas para los necesitados, dijo: «Es más fácil actuar uno mismo hacia una nueva forma de pensar, que pensar uno mismo hacia una nueva forma de actuar».
Hoy en día, en mi industria se suele valorar mucho más al periodista generalista que al especialista, porque este proceloso mundo de cuestiones políglotas exige fluidez en economía, política, ciencia, medicina, educación, derecho…, y yo desearía para la edición como sector una evaluación de lo que aporta una visión más amplia: más ideas prácticas sobre lo que es posible; más conocimiento y menos ignorancia sobre las «industrias cercanas»; una visión más abierta del paisaje cultural y creativo; y una consideración de las «experiencias” que pueden ofrecer a los consumidores las aportaciones creativas de la lectura, sin constreñirse a una lealtad obstinada hacia un formato u otro.
El camino hacia todo esto pasa por explorar las habilidades de otras personas, volver con nuevas herramientas y encontrar el valor y la voluntad de innovar con ellas.
Muchas gracias.
[1] Fuente: Richard V. Reeves, «Of Boys and Men», 2022, página 87.
[2] Fuente: Richard V. Reeves, «Of Boys and Men», 2022, páginas 15 y 16
[3] Fuente: Richard V. Reeves, «Of Boys and Men», 2022, página 28.